La lavanda es apreciada por su fragancia relajante, sus delicadas flores moradas y su versatilidad en usos culinarios, cosméticos y medicinales. Cultivarla en macetas en una ventana soleada no solo es posible, sino también muy gratificante, especialmente si sabes cómo cuidarla para maximizar su crecimiento y rendimiento. Ya sea que quieras cosechar flores aromáticas o disfrutar de un follaje frondoso, esta guía te ayudará a sacar el máximo provecho de tu lavanda en maceta.

Elegir la Variedad de Lavanda Adecuada

No todas las variedades de lavanda se adaptan igual de bien al cultivo en interiores. Para cultivar en macetas pequeñas en la ventana, opta por variedades compactas o enanas:

  • Lavandula angustifolia (‘Munstead’ o ‘Hidcote’): Lavanda inglesa, compacta y muy fragante.

  • Lavandula dentata: Conocida como lavanda francesa, ideal para decoración y fragancia en interiores.

  • Lavandula stoechas: Lavanda española con flores llamativas y gran tolerancia al cultivo en macetas.

Estas variedades mantienen un tamaño manejable y se adaptan mejor a las condiciones interiores.

La Mejor Maceta y Condiciones del Suelo

La lavanda prefiere suelos secos, bien drenados y con espacio suficiente para las raíces. La elección de la maceta y el sustrato es clave para maximizar la salud de la planta y la producción de flores.

Consejos para la maceta:

  • Usa macetas de terracota o cerámica, que permiten transpiración y evitan el exceso de humedad.

  • Asegúrate de que tengan orificios de drenaje en el fondo.

  • Elige una maceta de al menos 25–30 cm de diámetro para un buen desarrollo radicular.

Mezcla de sustrato:

  • 2 partes de tierra para macetas.

  • 1 parte de arena gruesa o perlita.

  • Opcional: un poco de caliza molida para elevar el pH, imitando su hábitat mediterráneo.

Evita suelos pesados o que retengan demasiada humedad, ya que favorecen la pudrición de raíces.

Luz y Ubicación

La lavanda necesita entre 6 y 8 horas de sol directo al día para crecer y florecer bien. Colócala en la ventana más soleada de tu casa, preferiblemente orientada al sur o al oeste.

  • Si no recibe suficiente luz natural, usa una lámpara de cultivo de espectro completo colocada a 15–30 cm de la planta.

  • Gira la maceta cada pocos días para un crecimiento uniforme y evitar que se incline hacia la luz.

Riego con Cuidado

La lavanda es resistente a la sequía y prefiere que el sustrato se seque entre riegos. El exceso de agua es el error más común y provoca hongos.

  • Riega solo cuando la capa superior del sustrato (2–3 cm) esté seca.

  • Usa una regadera con pico fino para dirigir el agua a la base.

  • Evita mojar las hojas o flores para prevenir moho.

  • En invierno, reduce la frecuencia de riego, ya que la planta crece más lentamente.

Fertilización para Más Flores

Aunque la lavanda no necesita mucho abono, un aporte ligero mejora la floración, sobre todo en macetas con nutrientes limitados.

  • Usa un fertilizante bajo en nitrógeno y alto en potasio cada 4–6 semanas durante la temporada de crecimiento (primavera a otoño).

  • Evita fertilizantes con mucho nitrógeno, que generan más hojas pero menos flores.

  • Los fertilizantes orgánicos líquidos o granulados de liberación lenta para hierbas o flores funcionan muy bien.

Poda y Cosecha

La poda regular fomenta un crecimiento más denso y una mayor producción de flores.

Poda ligera:

  • A inicios de primavera, recorta las puntas de los tallos para dar forma y estimular brotes nuevos.

Poda principal:

  • Después de la primera floración (mediados o finales de verano), corta aproximadamente un tercio de la planta, justo por encima de un par de hojas sanas.

  • Nunca podes la parte leñosa, ya que la lavanda no rebota bien desde allí.

Cosecha:

  • Corta las flores cuando la mitad de los capullos del tallo estén abiertos, momento en el que concentran más aroma y aceites.

  • Hazlo por la mañana, cuando los aceites esenciales están más potentes.

  • Agrupa los tallos y cuélgalos boca abajo en un lugar oscuro y seco para conservar su fragancia.

Control de Condiciones en Interiores

Incluso dentro de casa, la lavanda puede atraer plagas como ácaros o mosquitas del sustrato.

  • Mantén el área limpia y con buena ventilación.

  • Evita ambientes muy húmedos; la lavanda prefiere el aire seco.

  • Si el ambiente es demasiado húmedo, usa un deshumidificador o coloca la planta en una habitación más seca.

  • Retira hojas amarillas o secas para evitar la aparición de moho.

Dormancia en Invierno

En invierno, la lavanda entra en un estado semidormido, especialmente en interiores.

  • Colócala en un lugar luminoso y fresco (10–15 °C).

  • Reduce el riego y suspende la fertilización.

  • Retoma los cuidados normales en primavera, cuando aumente la luz natural.

Reflexión Final

Cultivar lavanda en macetas en una ventana soleada es una manera práctica y aromática de disfrutar esta planta mediterránea todo el año. Con la variedad adecuada, un buen sustrato, luz suficiente y cuidados atentos en riego y poda, podrás cosechar abundantes flores fragantes y mantener tu planta sana durante años.